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Violencia y victimización

Nuestra sociedad está cargada de sufrimiento: la violencia, la escasa prevención y un sinfín de fenómenos delictivos, han dado como resultado cientos de miles de víctimas que han perdido la vida o la de algún familiar, lesiones, discapacidades y pérdidas de bienes, pero sobre todo, han enraizado un profundo dolor que se ha transformado en más agresión, calidad de vida aún más reducida y resentimientos sociales que han desatado una batalla contra la vida, en lugar de ser una lucha a favor de ésta.

Desgraciadamente, las situaciones de violencia que testificamos y vivenciamos a diario se han convertido en los protagonistas de una vida social e individual cotidiana que incluso, hemos asumido como consustancial a la condición humana. El tema es tan complejo que hombres y mujeres hemos llegado a justificar la “agresión” con todo tipo de razonamientos.

Sin duda, la violencia tiene efectos directos en el bienestar del ser humano, que a corto y a largo plazo, afecta el crecimiento económico y el desarrollo de las sociedades. Sobre ello, resulta imprescindible hacer mención que la violencia comunitaria encuentra sus principales raíces en las familias, espacios donde se reproduce de una generación a la siguiente; de hecho algunos estudios revelan que “los delincuentes con frecuencia provienen de familias violentas”.

La victimización en cualquiera de sus formas, impacta física y emocionalmente a la persona que la sufre, además de generar una serie de consecuencias que pueden repercutir seriamente en la calidad de vida y finalmente en el sistema social; sin embargo las niñas y los niños son especialmente vulnerables a sufrir violencia, impactando ésta con mayor severidad en sus vidas, dado que se encuentran en una etapa de desarrollo en la que su personalidad quedará definida.

Según la Oficina Regional para América Latina y el Caribe de la UNICEF, el niño al ser vulnerable está expuesto al riesgo, y es justamente su dependencia respecto de los adultos lo que constituye por sí misma un factor de riesgo: “frente a una situación de desequilibrio en el grupo familiar, la primera víctima suele ser el menor”.

De acuerdo a organismos internacionales y a los protocolos internacionales que México ha firmado y ratificado, se reconocen principalmente cuatro tipos de maltrato ejercidos contra los menores: el maltrato físico, el abuso sexual, el maltrato emocional y el descuido. Estos tipos de violencia cobran principal importancia toda vez que, independientemente de violentar los derechos establecidos en la Convención de los Derechos del Niño y en la Leyes para la Protección de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes de México y del Estado de Querétaro, resultan ser en gran medida precursores de buena parte de los problemas sociales que vivimos en la actualidad.

Resulta trascendental reconocer que los actos de violencia cometidos contra los menores no son hechos aislados, ni esporádicos; al contrario, son mucho más frecuentes de lo que pensamos y sus consecuencias son devastadoras a lo largo de sus vidas y en la sociedad, una sociedad que queda determinada por los traumas que han vivido nuestros niños.

Dentro de los tipos de maltratos ejercidos contra las niñas y los niños, hay uno que por su complejidad, ha sido especialmente ignorado, callado y estigmatizado: el abuso sexual infantil. Según la Organización Panamericana de la Salud, una de cada cinco niñas y hasta uno de cada diez niños, sufren de abusos sexuales en su infancia.

Las cifras a nivel mundial, nacional y estatal arrojadas por la problemática del abuso sexual infantil, representan un grave problema de salud pública para las poblaciones, que atenta constantemente contra la integridad de los menores; y que encuentra sus causas en perspectivas tan distintas que se asumen en marcos históricos, psicológicos, penales y humanos, entre otros.

El tema exige una profunda reflexión sobre la importancia de generar estrategias que atiendan esta realidad en dos vertientes: una, enfocada a la rehabilitación oportuna, eficaz y eficiente a las víctimas, y otra, destinada a la prevención del fenómeno.

No podemos dejar de lado las necesidades de nuestras niñas y nuestros niños porque fomentaríamos la existencia de mayores problemas sociales, familiares e individuales. Debemos actuar en pro de nuestra comunidad, ofrecer soluciones sustentables y oportunas, para comenzar a erradicar el sufrimiento de las y los menores que podrían ser o han sido víctimas del abuso sexual infantil, y que a falta de medidas preventivas y el fomento de una conciencia social, padecen hoy las terribles secuelas de la victimización.

Tenemos un gran reto frente al futuro: formar a los futuros líderes que podrán conducir a México y a Querétaro al desarrollo o al retroceso; por ello, tenemos un especial compromiso con la niñez. Lo que hoy sembremos y fomentemos en cada niña queretana y en cada niño queretano, dará frutos el día de mañana y repercutirá indiscutiblemente en el desarrollo económico, político y social.

En este tenor, estamos obligados a generar estrategias preventivas que coadyuven a reducir la prevalencia de conductas antisociales.

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El abuso sexual infantil y sus manifestaciones

La Organización Panamericana de la Salud, reconoce que el abuso sexual de menores consiste en “la participación de un niño en una actividad sexual que no comprende plenamente, a la que no es capaz de dar un consentimiento, o para la que por su desarrollo no está preparado y no puede expresar su consentimiento, o bien que infringe las leyes o los tabúes sociales”; y cuya finalidad es la satisfacción de las necesidades de la otra persona.

En base a esta definición, dicho organismo establece que este tipo de abusos se producen cuando esta actividad tiene lugar entre un niño y un adulto, o bien entre un niño y otro niño o adolescente que por su edad o desarrollo tiene con él una relación de responsabilidad, confianza o poder.

El abuso sexual infantil (ASI) incluye diversas prácticas sexuales, que pueden o no implicar un contacto físico, como: el exhibicionismo, la pornografía, la prostitución, tocamientos, el sexo anal, vaginal u oral, el uso de lenguaje sexual explícito dirigido al niño o niña, etcétera.

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La magnitud del problema

En el Informe Mundial sobre la Violencia y la Salud, la Organización Mundial de la Salud  reconoce que las prevalencias del abuso sexual infantil varían considerablemente, debido a las definiciones utilizadas y la manera en que se recopila la información. Además, manifiesta la dificultad para conocer la magnitud del problema, dado que la mayoría de los casos de abuso sexual infantil no se reportan.

A pesar de ello, este organismo manifiesta que los diversos estudios en el tema revelan una tasa media de prevalencia, a lo largo de toda la vida de la victimización sexual en la niñez de 20% en las mujeres y de hasta el 10% en los varones.

Si bien, en México y en Querétaro no existen estudios especializados en el tema, se han desarrollado algunos ejercicios que revelan la magnitud del problema. Según la Consulta Infantil y Juvenil realizada por el IFE en el año 2012 y en la que participaron 19 mil 983 niños y niñas entre 6 y 9 años que viven en Querétaro, reveló que el 15.1% de ellos dijo que “en su casa tocan su cuerpo y les piden que no lo cuenten”, y el 12.7% dijo que “en su escuela tocan su cuerpo y les piden que no lo cuenten”.

Así mismo, otras investigaciones sobre los niños y niñas víctimas de abuso sexual, han demostrado que:

  • En un 70% de los casos, el agresor del abuso sexual es familiar, el 20% es conocido por la familia y sólo en un 10% es un desconocido.
  • Menos de un tercio de los niños que han sido abusados sexualmente se convertirá en agresor sexual (Marshall,William L. 2001; Agresores sexuales. Barcelona, Editorial Ariel).
  • Algunos estudios llegan a probar que el 82% de los abusadores de niños han sido abusados sexualmente en su infancia ( H. Knopp,1984. Retraining adult sex offenders: Methods and models. Safer Society, Orwell); pero no necesariamente haber sufrido abuso sexual, te convierte en agresor.
  • El abuso sexual infantil se da en TODAS las clases sociales.
  • La violencia sexual es la forma de violencia que menos se denuncia en el mundo.
  • Existen datos probatorios que vinculan el abuso sexual infantil con modelos de victimización durante la edad adulta.
  • Las mujeres que fueron víctimas de abuso sexual infantil tienen 2,4 veces más probabilidades de ser violadas después del abuso.
  • Casi en la mitad de los casos de abuso sexual, los niños no presentan síntomas. Es en la adolescencia donde suelen aparecer los bloqueos y disfunciones en el comportamiento afectivo – sexual.
  • 3% de las víctimas de agresión sexual desarrolla Trastorno de Estrés Postraumático, representando la más alta prevalencia entre las víctimas sobrevivientes de traumas.
  • El impacto del abuso sexual infantil explica aproximadamente el 27% de los casos de trastorno de estrés postraumático, el 8% de los intentos de suicidio y el 6% de los casos de abuso/dependencia del alcohol y drogas.
[/tab] [tab title=»Abuso sexual infantil vs. violencia sexual»]
Diferencias entre el abuso sexual infantil y la violencia sexual

El abuso sexual infantil, a diferencia de la violencia sexual, se distingue por:

  • No ser un evento repentino
  • Hay un proceso de seducción
  • Es prolongado en el tiempo
  • Es repetitivo
  • Las víctimas presentan confusión emocional
  • Lo realiza generalmente alguien con quien el menor tiene un vínculo afectivo
  • Confusión de sentimientos
  • Disfraza al culpable
  • Erotiza los vínculos y el cuerpo
  • Amenaza con destruir los vínculos afectivos existentes

No se usa la violencia física en la mayoría de los casos.

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Factores de riesgo del abuso sexual infantil

Los factores de riesgo son las situaciones o circunstancias que incrementan las probabilidades de que un niño sufra abusos sexuales, es decir, son variables que se asocian al evento y constituyen una probabilidad mediable con valor predictivo.

Entre los factores de riesgo del abuso sexual infantil, existen algunos especialmente relevantes:

  • Discapacidad psíquica grave de uno o ambos padres.
  • Consumo de alcohol o drogas de uno o ambos padres.
  • Historia de maltrato previa en uno o ambos padres.
  • Falta de establecimiento del vínculo o deficientes relaciones afectivas entre los padres y el niño.
  • Falta de red de apoyo psicosocial, aislamiento social de la familia. Falta de armonía y ruptura familiar.
  • Desempleo o pobreza.
  • Falta de reconocimiento de los derechos del niño como persona.
  • Aceptación social de pautas como el castigo físico.

Asimismo, existe otra síntesis que ordena los factores de riesgo según el ámbito de influencia. Esta clasificación define como factores de riesgo, los siguientes:

[accordion] [section name=»Individuales» style=»fancy»]
Factores parentales
  • Historia de malos tratos o abandono, por ejemplo tener una madre con historia de ASI
  • Rechazo emocional infantil
  • Carencia de vinculación afectiva en la infancia o de cuidado
  • Ignorancia sobre las características del desarrollo evolutivo y sexual del niño y sus necesidades
  • Historia de ruptura familiar, baja autoestima
  • Bajo nivel de inteligencia
  • Baja autoestima
  • Falta de capacidad empática
  • Pobres habilidades sociales
  • Poca tolerancia al estrés
  • Problemas psicológicos
  • Madre enferma, discapacitada o ausente del hogar
Factores relacionados con las características del niño
  • Introvertido, aislado social y/o discapacidad
  • Problemas de conducta y/o temperamento difícil
[/section] [section name=»Familiares»]
Relación padres – hijos
  • Desadaptada
  • Ciclo ascendente de agresión
  • Técnicas de disciplina coercitiva
  • Falta de vinculación afectiva
Relación de pareja
  • Conflicto conyugal
  • Violencia y agresión en la pareja
  • Hijos no deseados
  • Configuración familiar
  • Tamaño excesivo de la familia
  • Familias mono parentales
  • Aislamiento social de la familia
[/section] [section name=»Socioculturales»]
Ámbito laboral
  • Desempleo, insatisfacción o tensión laboral
  • Pobreza
  • Pérdida de rol
Red psicosocial de apoyo
  • Aislamiento, pérdida y alta movilidad
  • Escasa integración social
[/section] [section name=»Culturales»]
  • Legitimación de la violencia
  • Aceptación del castigo físico
  • Actitud hacia la infancia, hacia la mujer y la familia
  • Vulneración de los derechos de la infancia
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El abuso sexual infantil es el resultado de la conjunción de una serie de factores, por ello, es importante trabajar y promover factores de protección y evaluar los riesgos añadidos procedente de las llamadas “poblaciones de riesgo”. Algunos de estos factores son:

  • Historia de vinculación afectiva de los propios padres o reconocimiento y elaboración de la historia, en caso de ser negativa
  • Existencia de una red de apoyo psicosocial
  • Seguridad económica
  • Armonía y apoyo de la pareja en la educación de los hijos
  • Integración social de la familia y del niño con sus iguales
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Consecuencias del abuso sexual infantil

A pesar de que no existe un cuadro diferencial del abuso sexual infantil, hay consecuencias del evento traumático que permanecen o, incluso, pueden agudizarse con el tiempo, hasta llegar a configurar patologías definidas en las víctimas.

Consecuencias del maltrato a menores sobre su salud*
Tipo
Consecuencias
Físicas
  • Lesiones abdominales o torácicas
  • Lesiones cerebrales
  • Moretones e hinchazón
  • Quemaduras y escaldaduras
  • Lesiones del sistema nervioso central
  • Discapacidad
  • Fracturas
  • Desgarros y abrasiones
  • Lesiones oculares
Relacionadas con la salud sexual y reproductiva
  • Problemas de salud reproductiva
  • Disfunción sexual
  • Enfermedades de transmisión sexual, como SIDA
  • Embarazos no deseados
Psíquicas y en el comportamiento
  • Abuso de alcohol y otras drogas
  • Menoscabo cognoscitivo
  • Comportamientos delictivos, violentos y de otros tipos que implican riesgos
  • Depresión y ansiedad
  • Retraso del desarrollo
  • Trastornos de la alimentación y el sueño
  • Sentimientos de vergüenza y culpa
  • Hiperactividad
  • Incapacidad para relacionarse
  • Desempeño escolar deficiente
  • Falta de autoestima
  • Trastorno postraumático por estrés
  • Trastornos psicosomáticos
  • Comportamiento suicida y daño autoinfligido
Otras consecuencias a largo plazo
  • Cáncer
  • Enfermedad pulmonar crónica
  • Fibromialgia
  • Síndrome de colon irritable
  • Cardiopatía isquémica
  • Enfermedad hepática
  • Problemas de salud reproductiva, como la esterilidad

*Organización Mundial de la Salud. Informe mundial sobre violencia y la salud. Capítulo III “Maltrato y descuido de los menores por los padres u otras personas a cargo”.

 

Lo expuesto en la tabla anterior demuestra la complejidad del tema y las posibles consecuencias que genera en los distintos ámbitos de la salud de las y los menores agredidos; por ello, la atención que se le ha de proporcionar a un niño víctima de abuso sexual no debe únicamente centrarse en el cuidado de sus lesiones, sino debe ser coordinada entre los distintos profesionales prestando atención psicológica, dándole un seguimiento a corto y medio plazo y proporcionando atención y apoyo al menor y a la familia.

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